Te lo mereces. Mereces alguien que ponga el mundo entero a tus pies. Mereces que te vean como la mujer más linda y más simpática que hayan conocido en su vida, que te digan que eres un ser maravilloso y fenomenal. Mereces los mejores versos de amor, las palabras más encantadoras, las más tiernas, las más dulces, los halagos más bonitos que sean capaces de derretirte al escucharlos. Mereces que te roben miles de besos y que te saquen cientos de sonrisas. Mereces alguien con quien platicar de todos los temas imaginados y por imaginar, así sea lo más profundo del universo o lo más superficial. Mereces noches en vela, a la luz de la luna, en la playa o en la montaña, haciendo el amor o simplemente acariciándose sin morbo, contemplándose y dedicándose miradas traviesas pero sinceras. Mereces un lugar al que llamar hogar, a donde llegar después de un día cansado y estresante, donde alguien te reciba con los brazos abiertos para decirte que todo está bien, que ya estás en casa. Mereces todo eso y más… pero recibes tan poco que comienzas a creer que puede ser tu culpa.
No está mal querer a alguien con todo tu corazón. No está mal que luches por ese amor, que te empeñes porque las cosas funcionen. No está mal que quieras recibir tanto amor como tú das y es normal que, al no ser correspondida, te sientas mal. Lo que sí está mal es que te quedes ahí esperando a ver si esa persona cambia de opinión y de pronto, de la nada, decida quererte tanto como tú la quieres. Tú vales mucho y eres lo suficientemente inteligente como para saber que la persona que realmente te quiere en su vida no se lo piensa dos veces para demostrártelo. Si él no te lo demostró desde un principio, es que no le interesas. Debes aceptarlo.
Eres muy valiosa como para quedarte esperando a ver a qué horas se le ocurre llamarte. Debes eliminar toda esperanza, él no te va a buscar, y si lo hace, será sólo porque necesita con quién pasar un rato, no porque en verdad te quiera. Date cuenta, estás recibiendo muy poco.
Sé que es muy difícil desapegarte de alguien a quien amas demasiado, sobre todo cuando tú construiste una ilusión sobre esa relación que nunca fue. Pero debes ser fuerte y darte cuenta que a veces es mejor despegarte oportunamente que seguir perdiendo tu tiempo donde no te quieren ni te necesitan.
Acepta que mereces un mejor amor. Lamentablemente tuviste que pasar por esto para darte cuenta de ello, pero comprende que no fue en vano, fue una lección de vida y una oportunidad para fortalecer tu amor por ti misma. Tú vales mucho y mereces lo mejor; libérate de tus ataduras y anda a ser plenamente feliz.
Fuente: Ser Mejor